Administrar tus finanzas personales no sólo se trata de buscar maneras de hacer crecer tus recursos o recortar todos tus gastos. Un instrumento esencial para tener mejores hábitos con tu dinero es el presupuestar.
MÉXICO.- No tener un presupuesto. Si no llevas un presupuesto, esto significa que no tienes conocimiento de cuánto dinero gastas mes con mes. Si no lo sabes, es probable que estés gastando de más.
Es preciso dejar una parte de la flexibilidad en tu presupuesto para afrontar esas modificaciones de la vida, en lugar de tener comprometida cada parte de tu presupuesto. | pexels
Aunque pareciera exagerado, es preciso registrar cada peso que sale de tu bolsa, por muy mínimo que sea el gasto. Es bueno llevar un presupuesto manejable para ti y añadiendo categorías a las que destinarás tu dinero (gastos fijos, comida, transporte, ocio, diversión, entre otros).
No conocer tus patrones de gasto. Tomando en cuenta las categorías, si es que solamente sabes cuánto gastas por rubro, tendrás una imagen poco clara sobre de qué formas estás gastando tu dinero.
Si ya realizaste un presupuesto por categorías, ahora es momento de iniciar con tu registro de gastos particulares entre las categorías registradas. Ya observando los gastos particulares, tendrás chance de revisar qué gastos podrías evitar. Aunque no lo creas, hay gastos mínimos e indetectables que te dejan sin recursos.
No tener fondo de ahorro para imprevistos. Es necesario contar con un fondo para emergencias, este debe ser equivalente de entre 3 y 6 meses de tus gastos, al que puedas acceder cuando enfrentes una emergencia.
De no tener este ahorro, te terminarás endeudando. Ahorra el 10% de tu sueldo hasta conseguir la suma necesaria.
No diferenciar entre un deseo y una necesidad. Hay que entender que las necesidades son bienes esenciales (renta, hipoteca, alimentos o servicios) y los deseos son prescindibles (salir a cenar o el entretenimiento).
Si bien puedes hacer espacio al ocio y diversión en el presupuesto, es importante controlarla y priorizar lo importante.
Ser inflexible. La vida va cambiando, y en cada momento requerimos cosas diferentes. Por ejemplo, auto nuevo, casa nueva, una nueva mascota, etc., lo que implica mayores gastos.
Es preciso dejar una parte de la flexibilidad en tu presupuesto para afrontar esas modificaciones de la vida, en lugar de tener comprometida cada parte de tu presupuesto.
Fuente: Alto Nivel